No me conoces
y hace tres noches que dormiste
entre mis brazos.
Ya no recuerdas las tantas cosas
que conmigo hiciste tú.
Cómo creerte, si te morías cada
vez que me besaba,
y hasta decías haber anhelado siempre
un hombre como yo.
En ocasiones tapé tu boca
para que no se escucharan
los fuertes gritos, enloquecidos
que brotaban de tu ser.
Ahora te empeñas
en ignorarme cuando te miro a los ojos,
pones la cara como sintiendo enojos
como si yo fuera un extraño en tu vida.
Si ésta es tu forma
lamento mucho haber estado contigo,
aunque confieso y pongo a Dios como testigo
que estoy muriendo, por tenerte
una vez más.
No me conoces y hasta una foto me pediste
aquella noche
para guardarla
y acariciarla cuando te acuerdes de mí.
Ahora te empeñas
en ignorarme cuando te miro a los ojos,
pones la cara como sintiendo enojos
como si yo fuera un extraño en tu vida.
Si ésta es tu forma
lamento mucho haber estado contigo,
aunque confieso y pongo a Dios como testigo
que estoy muriendo, por tenerte
una vez más.
No me conoces, mi amor.
Nadie sabrá de lo nuestro
de aquella noche sin freno
del temblor de tu cuerpo
y del calor de tus besos.
No, no me conoces.
Pero tú y yo lo sabemos,
pero tú y yo lo sabemos
que fuiste leña, yo fuego.
Y ahora resulta
que no soy suficiente para ti.
Pero tú y yo lo sabemos,
pero tú y yo lo sabemos
que fuiste leña, yo fuego.
Pero tú y yo lo sabemos,
pero tú y yo lo sabemos
que fuiste leña, yo fuego.